
PSIQUÉ EN FOCO (1821 RADIO).- En un mundo donde la constante comparación y la búsqueda de la decisión perfecta dominan nuestras vidas, a veces olvidamos el valor de mirar atrás y enraizar nuestra identidad en los origenes. La sociedad actual nos empuja hacia la perfección en todas las áreas de nuestra vida, creando una incesante búsqueda de la mejor elección. Sin embargo, este frenesí de búsqueda constante puede agotarnos y desdibujar nuestra identidad.
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han (2019) denuncia esta tendencia en su obra y destaca la importancia de los rituales y las circunstancias en la formación de la identidad. A medida que avanzamos en la vida, nuestras experiencias pasadas se convierten en puntos de referencia que nos ayudan a comprender quiénes somos y hacia dónde vamos. El enraizamiento en nuestras raíces culturales, familiares y locales es esencial para mantener una identidad auténtica. El autor hace hincapié en la importancia de mirar hacia atrás para comprender la vida, pero también subraya que no debemos olvidar mirar hacia adelante. Somos seres proyectivos, y la capacidad de planificar nuestro futuro es fundamental. Sin embargo, para tomar decisiones significativas, es esencial que tengamos una comprensión sólida de nuestras raíces y valores personales.
Byung-Chul Han
Años antes Arthur Schopenhauer (1851) y Sören Kierkegaard (1844) señalaron que la vida se comprende al mirar hacia atrás, pero es necesario vivirla mirando hacia adelante. Esta dualidad subraya la importancia de equilibrar el entendimiento de nuestras raíces con la proyección hacia el futuro.
Arthur Schopenhauer
Aquí, la educación desempeña un papel fundamental. Debe ayudarnos a valorar nuestras circunstancias y fortalecer nuestras raíces. No solo se trata de aprender desde afuera hacia el sujeto, sino también de educar desde las circunstancias hacia afuera, guiándonos para entender y respetar nuestras raíces y la diversidad cultural.
Por su parte San Agustín en la edad media también nos ofrecía una definición de la felicidad que resuena profundamente: "La felicidad es seguir deseando lo que uno ya posee". Esta perspectiva desafía la búsqueda constante de satisfacción a través de la acumulación de más posesiones. Nos recuerda que la felicidad no radica en llenar un vacío con lo que no tenemos, sino en valorar y mejorar lo que ya poseemos.
San Agustín
En un mundo que promueve la búsqueda constante de la elección perfecta, es importante comprender que no siempre existe una decisión óptima. La sociedad tiende a empujarnos a ser maximizadores, personas que buscan la elección perfecta en todos los aspectos de la vida. Sin embargo, esta mentalidad puede llevar a la insatisfacción constante, ya que siempre habrá algo que mejore la elección tomada.
En lugar de caer en la trampa de la comparación y el perfeccionismo, debemos aprender a tomar decisiones basadas en nuestras preferencias y necesidades personales. Cada uno de nosotros es único, y nuestras decisiones deben reflejar nuestras aspiraciones y valores individuales. Para encontrar la verdadera satisfacción y autenticidad en nuestras decisiones, debemos mirar hacia atrás para comprender nuestras raíces, pero también mirar hacia adelante para proyectar nuestro futuro.
En conclusión, la toma de decisiones y la construcción de la identidad son procesos intrincados que requieren un equilibrio entre mirar hacia atrás y hacia adelante. En una sociedad que nos empuja hacia la perfección y la comparación constante, es fundamental encontrar nuestra identidad arraigada y tomar decisiones basadas en nuestras necesidades y valores personales. Esta autenticidad y equilibrio nos conducirán a una vida más satisfactoria y significativa.
Referencias
Han, B.-C. (2019). La desaparición de los rituales.
Schopenhauer, A. (s.f.). EL ARTE DEL BUEN VIVIR.
Kierkegaard, S. (1844). El concepto de la angustia.